El MTV Winter celebró con My Chemical Romance este sábado su... ¿qué? ¿Despedida? ¿El vibrante retorno a las negociaciones para reeditar el minifestival en Valencia? La gente (no hay acuerdo sobre cuánta; unos, que acudieron en 2010 y repitieron el sábado decían bastante convencidos: "Buff, mucha más, muchísima más que el año pasado" y otros replicaban que lo veían lleno por un estilo o incluso un poco menos) le ha cogido gusto y pareció comprobar otra vez la sensación de estar viendo algo importante por el simple hecho de no poder moverse si no era hacia arriba.
Los de New Jersey empezaron su carrera haciendo ceremonias negras a la vida (ensoñaciones con la muerte, odas a enfermedades terminales como la angustiante Cancer... y cosas así) pero un día descubrieron que hacer buena caja y cometer suicidios comerciales y estéticos era una contradicción. Ahora se muestran instintivamente más simpáticos que cualquier grupo de pop blandito y sacuden cabeza como diciendo 'fue una locura, pero joder, qué bien nos lo pasamos', aunque todo eso sea una historia que les costó la baja por estrés.
"Somos muy normales, quedamos para ver películas, escuchar música, para hablar tomando algo... sobre todo café 'español', que nos gusta mucho. Hemos tenido un renacimiento total y ahora somos mucho más felices. Después de la gira Black Parade necesitamos siete meses de descanso y después empezamos a componer temas para el nuevo disco y por eso nos ha salido mucho más alegre. Teníamos muy claro qué queríamos hacer", explica Ray Toro, guitarrista de la banda.
Viven, reconocen, en una especie de retiro espiritual en el que a todo el mundo le brillan los piños como si le hubiera tocado la del Niño y lo que llega a los pulmones es una atmósfera floridamente buenrollista. "Es una especie de burbuja en la que no nos importa lo que se dice de nosotros (ni bueno ni malo) y nos rodeamos de gente positiva. Estamos más cerca unos de otros para concentrarnos en lo que hacemos y eso nos contagia y nos fortalece como banda", explica Mikey Way, bajista. ¿Una secta musical? (Risas) "Algo muy parecido a eso, pero sin aislarnos del mundo; lo que sabemos es que trabajamos para algo más grande y eso es nuestro grupo. La sensación que provoca escribir música es casi como una droga, te da un subidón increíble".
"No nos gustaría ser como la gente creída a la que te acercas para pedirle un autógrafo y no se para ni a mirarte. Nosotros vivimos el momento para pasarlo bien y hacer lo que nos motiva, no por ser famosos. Si nos fijamos en la gente que está arriba es para aprender cómo se coduce una carrera profesional, más que buscar atajos para que nos reconozcan por la calle y nos griten".
Fuente: El Mundo.es
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